martes, 3 de marzo de 2009

Discapacidad, escuela e integración

La idea de llevar a los niños con discapacidad a la escuela común es una conquista reciente, pues no tiene mucho más de dos décadas. Niños y jóvenes con estas dificultades asisten a los denominados establecimientos de “educación común”, y también a las escuelas especiales que existen para ellos; pero son muchos más los que, por diferentes razones, no concurren a escuelas comunes.
Las discapacidades de los chicos son variadas y la preparación de los maestros y profesores no es siempre la más adecuada para atenderlos. Además los edificios escolares frecuentemente no pueden albergar con comodidad a sus alumnos, no están a menudo preparados para recibir a niños o jóvenes con movilidades reducidas, por ejemplo... Aunque en Villa Gesell se ha avanzado mucho al respecto y creo que todas las escuelas fueron acondicionadas para la integración.
En muchos casos es imprescindible la presencia de un docente especializado (la maestra integradora) que pueda acompañar a uno o más niños en su paso por la escuela. Las autoridades educativas no siempre tienen en cuenta esta necesidad y a veces imponen integraciones que no se pueden llevar a término de la manera más satisfactoria o incumplen la ley derivando a los niños a escuelas especiales, por falta precisamente de maestras integradoras que acompañen al docente en el aula.
Mi experiencia personal me permite decir que el estar en la escuela común demuestra claramente que los niños con necesidades especiales se manifiestan particularmente satisfechos al participar de todo o parte del trabajo escolar común y que esto influye de una manera altamente favorable en su evolución general. No debemos olvidarnos que la estimulación que significa la presencia de muchos niños sin dificultades les genera a los discapacitados un interés de superación que no se da en las escuelas especiales. A la vez, si la exigencia es excesiva se logra el efecto contrario y se convierte en frustración.
Al respecto debemos tener en cuenta que el objetivo de la integración, además de la justicia elemental, tiene también dos favorecidos: uno es la persona con necesidades especiales; el otro es el resto del curso donde ésta se integra; que aprende el sentido y el lenguaje de la diversidad y la diferencia en la igualdad de dignidades. También aprende no sólo en la competitividad, sino en la solidaridad ante quien no puede competir en igualdad. Este beneficio de la integración formará futuros adultos que acepten la diversidad y se responsabilicen por una mejor integración social del discapacitado.
Todo esto requiere, además de la designación de personal especializado suficiente, que trabaje en equipo con docentes de la escuela común, disponer de los medios de transporte y recursos técnicos necesarios para el desarrollo curricular especializado y así lo establece la norma educativa que nos rige.
Al considerar el estado de la integración educativa, es necesario tener en cuenta que los problemas por superar afectan a los dos protagonistas de la enseñanza: el alumno y el docente; y estas dificultades no se vinculan solamente con el aprendizaje intelectual. Por una parte, el discapacitado busca una comprensión afectiva muy particular como punto de partida de su actividad, que exige una atención personalizada en la escuela. Y de parte de maestros y profesores, la demanda se centra, sobre todo, en que se les provea de los recursos didácticos aptos para resolver las nuevas situaciones que se han de plantear en el aula.
Los niños con necesidades especiales que asisten a escuelas comunes no son todavía muchos. Las cifras conocidas dicen que en todo el país solamente el 26,1 por ciento de esos chicos lo hace.
La ley de educación Nº 26.206/06, en su capítulo V dedicado a la Educación Especial, dice que el Ministerio de la Nación Argentina "garantizará la integración de los alumnos y alumnas con discapacidades en todos los niveles y modalidades según las posibilidades de cada persona".
Esta norma sólo se cumple parcialmente y los progresos que se aprecian son lentos, y distan de satisfacer las demandas de la población escolar con necesidades educativas especiales.
Según es posible apreciar, la tarea de generalizar una plena integración con la amplitud que establece la ley, exige un gran aumento de recursos humanos, técnicos y económicos.
Para esto hace falta una clara voluntad política que la promueva y le dé un desarrollo sólido, seguro y estable. De lo contrario, la ley, en vez de marcar el deber ser de una oferta educativa, se limitará a enunciar un conjunto de buenas intenciones.
Quiero contarles parte de mi historia por las escuelas de Villa Gesell y lo voy a resumir recordando una época hermosa para mí y desafiante para Gesell; ya que la integración de los discapacitados a la educación formal era un camino por recorrer.
Una vez alguien dijo: “Hay historias que parecen sueños. Y sueños que podrían cambiar la historia”.
Mi sueño pudo cambiar la historia y mi sueño era poder ir a la escuela y gracias a un montón de gente lo logré.
Gracias a mi familia y a mis amigos que apostaron en mí y nunca dijeron que yo no podría, gracias a ellos por enseñarme a soñar y ayudarme a cumplir esa ilusión.
Pero ese sueño no hubiera sido posible sin mis compañeros, quienes tuvieron la paciencia suficiente para comunicarse y ayudarme a que me comunique.
Gracias a cada uno de mis Maestras y Profes que aprendieron poco a poco a conocerme, a moldearse a mi forma de trabajar y comunicarnos y gracias por hacerme sentir una más.
Gracias a mis preceptores que siempre estuvieron cuando los necesité y que terminamos siendo amigos.
Gracias al jardín Mickey, a la Escuela Nº1 y a la Escuela Media que no dudaron en ningún momento de que yo sea su alumna y que marcaron en Villa Gesell el camino de la integración de los discapacitados a la enseñanza común. Un recuerdo muy especial para la Escuela 501 que supo tutelar ese proceso de la integración.
Les recuerdo una vez más mi correo electrónico para los que se quieran comunicar conmigo: ursula.klemens@gmail.com
Y recordemos siempre que los Derechos no son privilegios.
Hagamos uso de lo que tenemos y sigamos también trabajando juntos para alcanzar las victorias que nos faltan… Porque como dijo el poeta…“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”… y en él estamos todos.

Úrsula Klemens

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