miércoles, 27 de mayo de 2009

Un programa maravilloso

Escribí esta nota para el diario Perfil y quiero compartirla con ustedes.

24 de mayo de 2009 - Diario PERFIL

Nací en el año 1984 en Villa Gesell. Fue un parto complicado, sufrí parálisis cerebral. En aquel entonces, ese trastorno era un tema nuevo; las personas con discapacidad no eran consideradas tales, y las familias las mantenían en casa y punto. No fue mi caso: soy la mayor de cuatro hermanos y mis viejos me integraron al mundo. Hice todas las etapas de aprendizaje en una escuela común, lo que me sirvió para ampliar mi núcleo de amigos y para interactuar en la sociedad de Gesell.

Desde chica accedí a la computación para aprender, ser evaluada y comunicarme. Cuando terminé el secundario quise estudiar Comunicación, pero no pude hacerlo en una Facultad. En la Argentina hemos logrado muchas cosas para la integración de las personas con capacidades diferentes pero aún nos falta mucho...

Eduardo Lazzati me in trodujo el verano pasado en la experiencia de Hada y quedé encantada. Yo sabía de la existencia de estos programas pero su precio era en euros. Para mí, como para la mayoría de la gente que los necesitan, eran inalcanzables.
Cuando apareció Lazzati con esta solución yo no lo podía creer. A medida que nos fuimos conociendo, también supe de Jorge Rivas y de todo lo que estaba haciendo para poder comunicarse, trabajar y no quedar aislado.

El programa Hada es maravilloso y muy utilizable. Permite que con un simple movimiento de cabeza, apuntando al monitor, el cursor del mouse se desplace por donde uno quiera y si se fija en un lugar, clic-kea solo. Uno puede usar toda la PC como cualquier persona. Las nuevas tecnologías son fundamentales para el desarrollo saludable de personas como nosotros. Pero lo que es más importante aún es que esas tecnologías estén al alcance de todos, en forma libre, gratuita y de fácil acceso.

Que alguien que no puede moverse, que no puede hablar, pueda salir del aislamiento y decirle al mundo "acá estoy" es un gran paso hacia la inclusión.

Úrsula Klemens