jueves, 4 de junio de 2009

Los invisibles puentes de la igualdad



Esta nota la escribió Luis Baldo, quien fue Intendente de Villa Gesell en tres oportunidades. Gracias Luis por hacer visibles los puentes de la igualdad en nuestra ciudad, gracias por hacerlos para todos y nuevamente gracias por publicar en mi blog esta nota que me honra.

El cambio de gobierno a escala local, produjo no solo el lógico reemplazo de los funcionarios que llevaban adelante las acciones de gobierno, sino que impuso un nueva agenda pública.

El nuevo gobierno dejó atrás las políticas sociales participativas a las que nuestra comunidad estaba acostumbrada, para reemplazarlas por un sistema de asistencialismo que coloca a las políticas sociales al servicio de las necesidades políticas del momento.

Nuestra comunidad supo ser ejemplo de integración social y concretó acciones puntuales en pos de esa integración de los distintos colectivos de nuestra sociedad.
Podríamos citar infinidad de ejemplos de ello, pero en esta oportunidad voy a destacar la necesidad de reconstruir esos INVISIBLES PUENTES DE LA IGUALDAD, que con mucho esfuerzo supimos construir.

Esos puentes, son a mi entender, el reconocimiento de que aquellas personas con capacidades especiales, tienen que tener un lugar en la agenda de las políticas del gobierno, no en forma testimonial, sino activamente, con presencia y funcionarios que discutan puertas adentro del gobierno, las acciones a implementar y lo que es más importante los recursos para llevar adelante esas acciones.

Unos de nuestros mayores logros en este aspecto fue demostrar que una de esas ciudadanas, me refiero al caso de Ursula, que desde su doble condición de funcionaria y beneficiaria de esas políticas, enriqueció el debate comunitario de cómo y en que se gastan los dineros públicos.

Las acciones llevadas adelante por ARDIS conducido por los antecesores de Ursula, pero especialmente por ella misma, son la muestra de que para lograr la igualdad es necesario tener una mirada desde el lado de los beneficiados.

Eso se logró, y constituye uno de los orgullos de nuestra gestión, que se concretó a través de diálogo y el consenso, gracias a extremar la capacidad de escuchar lo importante y desechar lo accesorio.

También porque fuimos capaces todos los participamos de ese proceso, de dejar de lado los egoísmos y desterrar la política partidaria de esos debates.

Diálogo y consenso, palabras que se declaman a diario, pero que hoy más que nunca son indispensables para la reconstrucción de esos INVISIBLES PUENTES que supimos tener.

Nuestra comunidad espera ese gesto de parte de nuestros gobernantes.
Y somos muchos los que queremos colaborar.

Luis Baldo

Agujeros sin bordes

Esta nota fue escrita por el autor de "Ojos para mis cuentos", el escritor Hector Eduardo Olivera y le agradezco que me honre con su presencia en este blog.

Una serena reflexión sobre el acontecimiento que viviremos los argentinos el domingo 28 del corriente de las 8 de la mañana a las 6 de la tarde, no puede sino generarnos un estado de sana expectativa y reconfortante satisfacción.

Es que han de saber los más chicos por sus lecturas y los más grandes por sus experiencias de vida, que no fue fácil ni adornado de flores el camino que la Argentina debió andar hasta poner en marcha la institucionalidad que nos acompaña desde un poco más de un cuarto de siglo y, sin dudas, será nuestra definitiva compañera de marcha.

Planteada en estos términos la cuestión, no importa demasiado la preferencia partidaria de cada uno ni su apreciación particular por cualquiera de los momentos vividos y las buenas disfrutadas o las malas padecidas.

Importa que todos juntos valoremos el hecho plausible de que aciertos y equivocaciones son tan nuestros como nosotros mismos y, a partir de ahí, buscar lo que cada uno imagine mejor para todos.

Lo cierto es que el 28 de este mes podremos decir qué queremos, cómo y cuanto nos place o disgusta la realidad contemporánea.

Esta página lo dice repetida y claramente, con la intención de invitar al pensamiento y la acción en función de cada idea.

La campaña electoral, lentamente, está comenzando a levantar presión como debe ser, porque no es un minué el que toca la orquesta ni somos carmelitas descalzas los que compartimos la casa.

Que hay de todo, no quedan dudas.

Que sería mejor más ideas y propuestas y menos descalificación del otro, también.

Pero es lo que hay, y nada en lo inmediato parece capaz de satisfacer las aspiraciones de todos.

No hay por qué asombrarse, porque si así fuera sería muy aburrido y, además, estaríamos desvirtuando la realidad social que se compone de intereses varios naturalmente contradictorios.

Así y todo, hay algunos lujos que no podemos darnos.

Es una falta grave que por las elecciones no tengamos Gobierno, y no desde hoy a la mañana, (que ya sería mucho), sino desde largo.

Parece mentira que en medio de una crisis que comenzó primero en casa a la cual se le sumó luego la internacional se la trate desde el Poder con la indiferencia y la inacción paralizante que ha invadido tanto al Gobierno Nacional cuanto al de la Provincia.

Está claro que el Gobernador no gobierna. Porque su especial candidatura testimonial y eventual lo obliga a andar dando vueltas en aviones y helicópteros cuyo combustible paga el erario público, repartiendo cheques, anunciando promesas y esquivando frutos de las aves de corral, hecho este absolutamente repudiable.

El “no ex” presidente hace lo mismo, con el agravante de que en su caso no hay forma alguna de explicar que los equipos técnicos y humanos del Estado estén al servicio de un extraño que sólo puede justificar esta irregularidad con el liviano argumento de que duerme sobre el mismo colchón que la Presidenta de la República.

Peor aún es la inoperancia de sectores del Gobierno que ni siquiera participan de la campaña, sino que son parte funcional al proyecto de achatamiento de la sociedad, de su indiferencia y acostumbramiento a la mediocridad, como única manera de sostener un estado de cosas que sonambulice a la gente y haga posible la eventual, aunque improbable, continuidad.

Pensemos sólo en tres ministerios del Gobierno Nacional.

El de economía, a cargo de Carlos Rafael Fernández, el de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva cuyo titular es Lino Barañao y el de Educación, que ejerce Juan Carlos Tedesco.

Me arriesgo a decir que no le suenan los nombres.

En medio de una sebera crisis económica, el de Economía no alumbra.

En medio de un Gobierno que se autocalifica de revolucionario, el del nombre más rimbombante es un jugador invisible.

Por fin el de educación mira sin ver y canta sin que se lo oiga.

Vale decir una vez más que no habrá mejor Gobierno que aquel cuyo Ministro de Educación sea el más prestigioso y el más conocido.

Es claro que para ello debe existir la decisión política de hacer de la escuela una cantera de ciudadanos cargados de conocimientos y valores que jamás podrán ser clientes del reparto infame del que primero genera la sed y luego llega con un vasito de agua.

Estos tres Ministerios son tres agujeros sin bordes.

Un agujero sin bordes, si nos proponemos imaginárnoslo, es exactamente nada.

Y la nada no puede llevarnos a buen puerto.

Quizás en pocos días seamos capaces de comenzar la reparación.

Sin venganzas, sin violencias.

Pero también sin debilidades ni amnesia.

Héctor Ricardo Olivera